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El Padrenuestro (XII) Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Publicado: 01/05/2016: 22180

El sacerdote Lorenzo Orellana continúa su serie de artículos sobre la oración del Señor

La quinta súplica es la más larga porque añade una comparación. Mientras implora el perdón misericordioso de Dios, añade una genialidad, condiciona el perdón suplicado al perdón que conceda el suplicante.
Pero vayamos por partes. Comenzamos diciendo 'perdona'. Perdona, es decir, estamos reconociéndonos pecadores, pues de lo contrario no tendríamos necesidad de pedir perdón.
Y aclaramos: 'perdona nuestras ofensas'. 'Ofensas' decimos. Mas no olvidemos que Mateo utiliza el término "ofeilemata" que significa deuda. Y la deuda no es sólo ofensa, sino mucho más. La deuda es una respuesta insuficiente a lo que hemos recibido de Dios, por eso, aunque no hubiera ofensa siempre hay deuda, ya que no hemos correspondido a cuanto Dios nos ha otorgado.
Decimos perdona 'nuestras' ofensas. 'Nuestras', de todos, porque así como el Padre y el pan son nuestros, las ofensas de la comunidad y de la humanidad también son nuestras. Nuestras, pues todos somos deudores ante el Padre.
En "La comedia humana" de Willian Sároyan, Homero, un muchacho adolescente repartidor de telegramas, tiene que entregar a una madre el telegrama que le anuncia la muerte de su hijo en el frente. La madre coge el telegrama y no se atreve a abrirlo. Homero, adivinando el dolor que aquella madre se siente tan mal que, cuando sale a la calle, deambula por la ciudad llorando. Y cuando vuelve a su casa su madre lo consuela con estas palabras: "Hijo, cada hombre es el mundo entero... Ninguno de nosotros es independiente el uno del otro. La oración del aldeano es mi oración, y el crimen del asesino es mi crimen. Tu lloraste porque empezaste a descubrir estas cosas".
¡Con razón el Señor nos invita a pedir perdón por nuestros pecados y por los pecados de los demás, pues de lo que se trata es de cumplir la voluntad del Padre "que hace salir su sol sobre buenos y malos"; de lo que se trata es de ser misericordiosos "como vuestro Padre celestial es misericordioso".
Mas para ser misericordiosos hay que experimentar la misericordia. Y para que experimentemos la misericordia Jesús nos ha dejado el Padrenuestro que es un canto al amor de Dios, en el Hijo, que nos empuja a llamarle Padre y a descansar en sus brazos, como el pequeño que mira a su padre balbuciendo ab-ba, pa-pá.
Y es que Jesús sabe que sólo quien se siente amado puede perdonar, por eso quiere que supliquemos: "así como nosotros perdonamos". Y esa cláusula es una exigencia y una revelación, ya que exige el perdón que debemos dar, y revela que podemos darlo, porque al decir de corazón: 'como nosotros perdonamos', el Padre nos está perdonando a nosotros.
Y el Padrenuestro se convierte en un mar de perdón. Zambullirse en él, es saberse perdonado y amado.
                   Lorenzo Orellana

Diócesis Málaga

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