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El Padrenuestro XIII. Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Publicado: 11/05/2016: 13000

Jesús nos ha dicho que supliquemos: Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Henos aquí ante otra genialidad de Jesús. Quiere que añadamos a la petición de perdón el compromiso de la acción: Perdona..., así como nosotros perdonamos.

Cuando yo era niño vivía fuera de Antequera y cada día, para ir al colegio, tenía que pasar por delante del "fielato". El fielato parecía vigilar el camino, pues todo campesino que se dirigía con los frutos de sus huertas al mercado, tenía que detenerse y abonar, al responsable de turno, el importe de los arbitrios municipales. Pues bien, Jesús nos ha colocado un fielato en la segunda parte de la petición: 'como nosotros perdonamos'. Ese 'como' es el flash que nos retrata. De tal manera, que Jesús deja claro que quien quiera decir con eficacia, 'perdona nuestras ofensas', ha de decir en verdad: 'así como nosotros perdonamos'.

Llama la atención que esta exigencia de perdón sea la única que expresamente exige Jesús. ¿Por qué entre tantas exigencias éticas ha escogido el perdón? Yo creo que porque es la máxima expresión de amor. Más aún, porque es importante para preservar la salud. Un estudio realizado por la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, concluye que el rencor es una de las principales causas de infelicidad.
Se cuenta que dos judíos supervivientes de un campo de concentración nazi, al cabo del tiempo se reencontraron y tuvieron este diálogo:

-Dime una cosa –preguntó el primero-: ¿tú ya perdonaste a los nazis todos los abusos, torturas e injusticias que nos hicieron?

-Yo sí -le respondió el otro-, hace tiempo que los perdoné y disfruto felizmente de una vida nueva.

-Pues yo no, -dijo el primero-, aún los odio con toda mi alma.

A lo que el otro le respondió:

-¡Qué lástima... todavía te tienen prisionero!

Y es que el odio es una cárcel que incapacita para una convivencia sana.

"Padre, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

Todos vibramos ante la limpia generosidad que supone el perdón y alabamos a los que saben perdonar, pero, ¡cómo nos resistimos a otorgarlo cuando somos los ofendidos! Y es que perdonar cuesta, ya que el perdón se abre paso en el corazón de la persona ofendida venciendo no pocas resistencias.

En nuestra petición, san Mateo pone el verbo en pasado: "Así como nosotros hemos perdonado". San Lucas en presente: "Así como nosotros perdonamos -ahora, en este instante- a todo el que nos debe".

Y Joaquin Jeremías traduce: “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros, al decir estas palabras, perdonamos a nuestros deudores”.

En la parábola del dueño que perdonó al criado los ¡diez mil talentos!, dice Jesús que le perdonó esa inmensa deuda impagable porque se lo suplicó, pero que al ver que éste no perdonaba a su compañero revocó el perdón y mandó que pagara hasta el último centavo.

Dios nos adelanta su perdón, porque siempre da el primero, pero espera nuestra respuesta. Ese es el fielato que hemos de pasar: Dios se fía de nosotros y, porque quiere nuestra salud espiritual y nuestro equilibrio corporal, espera que nos parezcamos a Él. El odio es la peor cárcel.

Lorenzo Orellana

Sacerdote diocesano

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