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Los obispos piden perdón

Obispos en la CV Asamblea Plenaria de la CEE
Publicado: 06/05/2015: 11646

El que lea "Iglesia, servidora de los pobres" se dará cuenta de que este importante y largo escrito de nuestros obispos es un documento cercano, realista y crítico contra el sistema económico, social y político que nos domina y que produce tanta pobreza y marginación

Porque en su esencia es un sistema injusto e inhumano. El papa Francisco nos lo repite con frecuencia: “Esta economía mata, produce muertes”. Nuestros obispos nos lo recuerdan. Nos dicen que todos hemos de auto implicarnos en la lucha contra la pobreza y la marginación. No solamente ayudando al débil, sino sobre todo luchando contra las estructuras injustas. ¡Hay que luchar por la economía del bien común, no el de unos pocos!

Ya era hora que nuestros prelados hablaran con claridad sobre el problema que más preocupa a la ciudadanía. Han tardado años, quizá lustros, en hacerlo, por eso manifiestan con humildad y sinceridad: “Nos vemos obligados a pedir perdón a todos los españoles por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los clamores de los más frágiles y necesitados… Las víctimas de este sistema social sois nuestros preferidos”. ¡Enhorabuena, amigos obispos, así es también el corazón de Dios!

El paso dado por los obispos españoles ha sido importante, inspirados sin duda en el programa renovador del papa Francisco. Nos dicen que la pobreza existente no es causada por un fatalismo inexorable sino que tiene causas muy concretas. Detrás de la pobreza hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos, nacionales e internacionales… Los principales obstáculos que hay que resolver para erradicarla, señala Francisco y los obispos, no son los técnicos sino los económicos y políticos.

El documento hace un detallado elenco de los colectivos marginados en nuestro país. Nos señala también las desigualdades que sufren las mujeres en el ámbito familiar, laboral y social. Nuestras instituciones sociales, señalan, deben movilizarse para asistir, acompañar y proteger a tantas mujeres que se encuentran en tan difíciles situaciones.

En fin, el documento, de obligada lectura para creyentes y no creyentes, pienso yo, nos hace una llamada -desde la mejor teología latinoamericana- a “hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad” para que fluya una vida digna para todas las personas. Porque ¡las personas son lo primero!

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