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Lectio Divina con el evangelio del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario

Limpia mis oídos para poder escuchar tu Palabra · Autor: PACHI FANO
Publicado: 04/09/2015: 5820

El Vicario de la Promoción de la Fe y párroco de San Miguel de Málaga, Antonio Collado, ofrece la Lectio Divina para el evangelio del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario.

Lectura (Lectio)
Tanto este relato como el del domingo pasado pertenecen a una parte del evangelio de Marcos conocida como “sección de los panes” (Mc 6,30-8,26). Acojo esta Palabra de Dios como el alimento de mi vida cristiana.

Meditación (Meditatio)
Para comprender el evangelio de hoy no debo perder de vista el del último domingo. La relación con Dios no se basa ya en ritos de pureza externos, sino en un corazón bueno y esta novedad genera también un modo original de relacionarse las personas. Si no hay alimentos impuros tampoco hay personas impuras. La mentalidad judía consideraba como tales a los extranjeros, de modo que quien entraba en su casa, comía en su mesa o tenía contacto físico con ellos quedaba manchado. Pero a Jesús no le importa saltarse estar normas con tal de que su salvación alcance a todos. Por ello extiende provocativamente el anuncio del evangelio a algunos territorios extranjeros. En Tiro y Sidón cura a la hija endemoniada de una mujer pagana (Mc 7,24-30) y luego en la Decápolis, realiza este milagro donde se resalta intencionadamente el contacto personal y físico entre Jesús y el sordomudo. Ciertamente la curación tal como se describe se asemeja a las sanaciones llevadas a cabo por otros sanadores del mundo pagano. Las coincidencias son llamativas: lugar apartado, introducir los dedos en los oídos, humedecer con su saliva la lengua paralizada, levantar los ojos al cielo, suspirar implorando ayuda divina, ordenar “Ábrete”. Es justamente el último versículo del relato el que me ayuda a comprender la novedad de esa curación. Tras las palabras “Todo lo ha hecho bien” resuena el estribillo del Génesis en el momento de la creación: “Y vio Dios que era bueno”, así como lo anunciado por el profeta Isaías sobre los signos de la cercanía del Mesías (Is 35,1-10). Jesús no es un curandero más. Todo cuanto él hace es signo de la presencia salvífica de Dios que con amor, abre los oídos para que oigan y entiendan verdaderamente quien es Jesús, y suelta las lenguas para que lo proclamen a todos. De este modo el sordomudo curado se convierte en símbolo de las gentes paganas que en otro tiempo no podían escuchar la voz de Dios ni responderle con la alabanza.

Oración (Oratio)
Puesto en la presencia del Señor intento descubrir cuáles son mis sorderas ante su palabra y mis silencios para proclamar su obra de salvación. Oro con confianza. 

Contemplación (Contemplatio)
Me detengo en los detalles de la curación del sordomudo, en los gestos de Jesús. Intento descubrir la ternura que el Padre tiene permanentemente conmigo y le doy gracias.

Compromiso (Actio)
¿Qué me sugiere este modo de actuar de Jesús con los alejados para mi compromiso evangelizador?

Antonio Collado

Sacerdote diocesano

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