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Pablo Atencia: «Hemos vivido una Pascua llena de solidaridad»

Pablo Atencia
Publicado: 25/05/2020: 11528

Pablo Atencia es presidente de la Agrupación de Cofradías de Málaga y patrono de la Fundación Victoria.

«Esta Pascua ha sido como una prolongada Resurrección, donde lo divino del Señor y lo humano del Covid-19 han convivido de manera común»

Cierto es que con cortejos procesionales o sin ellos, la Semana Santa para los cristianos es una celebración litúrgica que, por encima de cualquier otra manifestación que la testimonie, redunda mayormente en el ámbito de lo personal. Conmemorar inicialmente la Pasión y Muerte de nuestro Señor supone experimentar un ejercicio periódico de interiorización donde, pese a ser compartido y vivido con tus hermanos, se convierte al final en un sentir muy particular, de tal manera que cada cual termina llevando su procesión por dentro, sea o no sea cofrade.

La Cuaresma de este año, insólita y excepcional, nos ha provocado una honda profundización sobre el sentido de la existencia humana, muy especialmente entre quienes tenemos el compromiso de celebrarla públicamente con las Sagradas Imágenes que veneramos durante todo el año. Y es que nuestra generación no había tenido hasta entonces referencia histórica alguna sobre la tragedia social que una pandemia puede generar en estos tiempos tan avanzados y a la vez tan frágiles. Todos en casa, pendientes de la salud, con el miedo y la incertidumbre en el cuerpo y en la mente, y sin posibilidad alguna de postrarnos cercanamente ante nuestros Cristos y nuestras Vírgenes. Solo Dios, que está en todas partes, fue y es -al fin y al cabo- epicentro de nuestra Fe para aferrarnos a su salvadora Providencia.

Hasta el Viernes/Sábado Santo, todo o casi todo se pudo medio sobrellevar, poniendo cada cual su dosis de oración, devoción, sentimiento, ánimo y mucha imaginación. Lo personal fue afianzándose día tras día en una Semana Santa inimaginable y, a una jornada vista, ya sólo celebrar la Resurrección. Resurrección que es sinónimo de liberación, de triunfo, de alegría, de salvación, de vida eterna y celestial…

Con el Domingo de Resurrección vino el gran reto. ¿Cómo no expresar públicamente ese día lo más trascendente y hermoso que le ha ocurrido a la Humanidad? ¿Cómo no poder testimoniar la llegada de la Pascua de puertas a fuera, después de una Semana Santa obligada a conmemorar la Pasión y Muerte de Jesucristo de puertas a dentro?

Echando mano de la referida profundidad vivida en la pasada Cuaresma, cabe pensar que esta Pascua ha sido como una prolongada Resurrección, donde lo divino del Señor y lo humano del Covid-19 han convivido de manera común para ponernos a prueba y glorificar a Dios más que nunca.

Sea, pues, su voluntad y con la fuerza y espíritu debidos, afrontemos los difíciles tiempos cercanos, los cuales nos van a exigir un mayor compromiso cristiano de solidaridad y de entrega a los demás.

Aunque se nos vaya muy pronto, esta Pascua seguirá habitando entre todos nosotros. Nuestro mayor desquite será, por tanto, celebrarla de manera pública y continuada para ayudar siempre a los más necesitados.

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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