En 2019 abríamos campaña en Sierra Leona con Bisturí Solidario bajo iniciativa de Cirujanos en Acción. Llegamos un 16 de junio para operar a más de 100 personas sin recursos. El calor, la humedad, el olor. Condiciones extremas muy duras de soportar para nosotros, acostumbrados a ciertas comodidades. Y a través de la ventana de esa ranchera destartalada veía sonreír a toda esa gente que vive en la miseria.

Entonces recordé con tristeza cómo mis paisanos, con su bienestar y su plato de comida diario en la mesa, solían mostrar caras tristes y apagadas. ¿Cómo no plantearme quién era el mundo más pobre de los dos?

Mis ojos se cegaron y abrí el corazón. Me prometí dar gracias a Dios todos los días, recordar lo afortunados que somos solo por vivir cada día. Y por eso en Sierra Leona, me prometí crecer y hacer crecer mi labor con los demás. Servir de instrumento para las personas sin importar su condición. Decidí que no podía demorar más convertirnos en Fundación porque solo de esta forma podríamos ayudar más y mejor, también a los que tenemos cerca.

Los voluntarios que cedemos parte de nuestro tiempo personal para operar y cuidar a personas sin recursos a miles de kilómetros de casa, o dedicando horas a hacer de nuestra ciudad una sociedad mejor; robando tiempo a nuestras familias, tenemos que tener claro que siempre, siempre, merece la pena. Cada minuto que te das a los demás está creciendo tu alma, acercándote a los hombres como auténticos hermanos.