NoticiaBeato Tiburcio Arnaiz La Iglesia de Málaga recuerda al beato Tiburcio Arnaiz SJ Beato Tiburcio Arnaiz Publicado: 12/07/2024: 1698 Así se vivió su muerte El 18 de julio se celebra la fiesta del beato Tiburcio Arnaiz S.J., y la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el centro de la capital, tiene prevista la Misa solemne a las 19.30 horas, además de las de 9.30, 10.30 y 11.30 horas. Como cuentan las Misioneras de las Doctrinas Rurales de Málaga, «este año se cumplen 98 de su santa muerte en la residencia de los jesuitas de Málaga. El P. Vicente Luque, postulador de su causa, nos narra en su libro “El Padre Arnaiz”, como se vivieron estos momentos en la Málaga de 1926 «Ahora eran ya los últimos instantes. Poco a poco su preciosa vida iba apagándose. Sólo repetía las jaculatorias que le sugerían… y daba señales de agradecimiento cuando con un algodón mojado en agua anaranjada le humedecían los labios para aliviarle el ardor de la fiebre. Era un poco antes de las diez y media se la noche de aquel domingo 18 de julio de 1926. Todos los de la casa se habían reunido a su alrededor. El P. Anselmo le dio la absolución y recitó las últimas frases de la Recomendación del Alma. El Siervo de Dios inclinó la cabeza hacia un lado como para dormir y, sin ningún estertor ni otra señal alguna, entró en la paz del Señor. Muchas señoras y muchos caballeros llenaban las salas de visitas y el patio de la residencia, inquiriendo las ultimas noticias acerca de la salud de quien tanto amaban y a quien tanto debían; al oír doblar la campana de la comunidad pasaban a la iglesia: unos, a pedir por su eterno descanso; otros, a encomendarse ya a su valiosa intercesión ante el Corazón de Jesús; todos, enjugándose las lágrimas que corrían por sus mejillas. «Nunca hubiera creído en tatas lágrimas y sentimiento en bastantes caballeros, si no lo hubiese visto con mis ojos; pues más, creo que no cabía», decía el P. Anselmo López. La noticia de su muerte corrió velozmente, conmoviendo a toda la ciudad. A la mañana siguiente ya era un hervidero de gente el que acudía a venerar los restos mortales del Padre, a dar el pésame a la comunidad o a asistir al funeral. La misma noche de su muerte fue velado su cadáver por varios caballeros, que fueron sucediéndose, igualmente en las noches siguientes, mientras estuvo expuesto en el mayor de los recibidores de la residencia…Porque no fue solo Málaga la que le lloró: las lágrimas se extendieron por toda la geografía que Arnaiz había palpado con sus pues de apóstol y dulcificado con su bondadosa voz. El día 19, a las diez de la mañana se inició el funeral en la Iglesia, ante un gran gentío… D. Manuel González, rezó el responso y pronunció fervorosa oración fúnebre que comenzó diciendo: «Cuando supe la muerte del P. Arnaiz, mi primera ida en aquel desconsuelo fue volverme al Señor y quejarme amargamente diciéndole: '¿Qué haces, Jesús mío, con este pobre Obispo de Málaga? Le confías una diócesis a su cuidado y viendo que la mies es mucha y los operarios tan pocos le privas de un sacerdote y éste de las virtudes y condiciones del P. Arnaiz'». Y más adelante expresaba: «El estímulo que movía al P. Arnaiz era un amor ardiente al Corazón de Jesús. No era un teórico que en sus discursos hablara muy bien de la teoría del amor al Corazón de Jesús, ni un apologista que expusiera con brillantez los dogmas cristianos (aunque todo esto lo hacía muy bien), sino un persuadido, un enamorado, un loco de Jesús. De este amor estaba prendido su corazón; las veces que le visité durante ésta su última enfermedad al hablarle algo de Jesús, sus ojos se llenaban de lágrimas». Se había determinado que el entierro fuera el día 21 por la tarde. Los malagueños se echaron a la calle para rendir un merecido homenaje al Siervo de Dios, porque le lloró todo el pueblo, no sólo las clases humildes que habían experimentado el cariño tan grande de su corazón paternal, sino también personas de las más acomodadas a quienes había acercado tan notablemente a Dios y a quienes había enseñado a darse a los pobres de manera cristiana y eficacísima. Cerró el comercio, al menos por el recorrido que había de seguir el cortejo fúnebre… a la siete de la tarde del día 21, fue llevado a hombros de los caballeros más amigos suyos por todo el recorrido por donde él había llevado durante tantos años la Procesión del Sagrado Corazón de Jesús. Iniciaba el cortejo la Cruz procesional de la residencia, le seguía el féretro y todas las cruces parroquiales que acudieron espontáneamente, y detrás el Sr. Párroco de Los Mártires, en cuya feligresía está enclavada la residencia, acompañado por los PP. Nevado y Anselmo López. La Presidencia eclesiástica la componían el Sr. Obispo, el P. Provincial de los jesuitas, el P. Rector del Palo y todos los padres de la residencia. La presidencia civil la formaron los Gobernadores civil y militar, el Alcalde en nombre del Ayuntamiento, los Sres. Delegados de Hacienda y Comandante de Marina. El Periódico La Unión Mercantil terminaba su artículo con estas palabras: «Justo es, pues, que la Unión Mercantil, órgano de la vida malagueña, dedique este recuerdo de gratitud hondísima y de admiración excelsa al P. Arnaiz, verdadero gigante del valor social en el orden religioso. Fue la vida del P Arnaiz una inundación de bondad, de verdad cristiana y de gracia divina; inundación que principalmente benefició a Málaga y a su diócesis».