El próximo domingo, 21 de mayo, celebramos la Pascua del Enfermo. La Iglesia, en este día, se acerca preferentemente, en el seno de sus comunidades parroquiales, a los enfermos, familiares y profesionales sanitarios. Es tiempo propicio para reflexionar sobre la atención que prestamos a los enfermos y momento para celebrar con alegría la resurrección del Señor, haciendo visible la fuerza humanizadora, sanadora y salvadora de Cristo.

A raíz de la llamada que el papa Francisco nos hace en la enciclica Laudato Si’, la Campaña del Enfermo del presente año, con el lema: “Pastoral de la Salud y Ecología Integral”, pretende que la Pastoral de la Salud vaya más allá de la atención y el acompañamiento a los enfermos, incorporando una acción preventiva de la enfermedad.

Pensar en los enfermos y los pobres nos exige trabajar por un ambiente que promueva la salud, una pastoral de la salud con mira preventiva alertando de los riesgos que tiene para la salud: el deterioro del medio ambiente, la contaminación de la atmósfera y las aguas, la desforestación, la pobreza, la miseria, el empleo precario, el estrés laboral, los hábitos tóxicos… así como los beneficios sanitarios que produce un cuidado del entorno ambiental y de la persona. Pues «la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre». (LS.79).